jueves, junio 21, 2007

Run for your life!

Con los Maiden a todo trapo, las ventanillas bajadas, ocupando el asiento del copiloto, toco mi batería imaginaria. Los platos Zildjan casi están al otro lado del parabrisas y un nutrido juego de timbales recorre el salpicadero. El semáforo se pone en rojo y la alegría casi hace que pierda el ritmo con el doble bombo. En el mismo momento en que las manos de G sueltan el volante se pierden en un complicado riff sobre un modelo de guitarra que no puedo reconocer, entre otras cosas, porque tampoco puedo verla. Marco con un redoble la llegada del estribillo y descubrimos que el limitado espacio del coche sólo permite materializar un micrófono así que codo con codo nos las apañamos para corear: "Run to the hills! Run for your life!".

Se lo gritamos a la ciudad aún sumida en el sopor del domingo matinal. Tú, el de la panadería, deja eso, run to the hills. Vosotras, dejaos de chacharas, run for your lives. El coche continúa su marcha y no podemos ver si nuestro grito de alerta es recibido. No podemos parar a dar explicaciones, sabemos que el lugar donde estamos no es seguro y dejamos que el coche recorra las calles en una aparatosa huida hacia adelante. Lo máximo que podemos hacer es dar la alarma.

Percatados de nuestra misión aporreamos con mayor intensidad nuestros instrumentos en cada semáforo. También nos lo recordamos el uno al otro cada vez que nos miramos; arrugas que marca día a día el desinterés, pelo que ralea, manos agarrotadas por la inactividad. Run to the hills! Run for your life!

En algún momento del tercer bis llegamos a nuestro destino, un trozo vallado de campo. Volvemos a un día lluvioso, a las caras conocidas que reflejan el hastío de siempre, mentes deseosas de sumergirse en las palabras de otros el mayor tiempo posible. Todos han conseguido obviar la amenaza a la que hacemos frente. Ayudo a montar una mesa bajo un tejadillo de uralita. Alguien pregunta porque no hay luz en el baño, otro intenta hacer fuego en una barbacoa completamente mojada, se han empezado a disponer tortillas y cervezas sobre la mesa.

Hay un momento antes de que la gente empiece a sentarse en que G me mira con una sonrisa cómplice en el rostro. Parece haber llegado más lejos que yo en la desesperada carrera de unos minutos antes.

Mañana me voy a Zaragoza al Monsters of Rock, a ver una serie de grupos que aunque me interesan sólo vagamente llevan semanas haciéndome soñar. El martes concierto de Joe Satriani. Suponen cuatro días para correr tan rápido como pueda rumbo a las colinas. No sé si me fallarán las piernas, no me preocupa. Lo único que tengo en mente es que quizás no sea tarde, puede que aún pueda salvar mi vida.

2 comentarios:

tanco dijo...

Oooo...ooolé.
¡¡Mi más querido amigo ha vuelto!!

(...estás en un concierto de Satriani? uuuuhhh)

Hugo dijo...

Acabo de llegar. El peor de mi vida. No vayas nunca a un concierto en Artsaia, es una puta mierda de sala. Nunca pensé que pudiera volver de un concierto de Satriani de bajón :0(